Mario Bofill emocionado durante la entrega del Cachencho de Bronce 2010

Antes de subir al escenario, el reconocido juglar dialogó con EL DIARIO acerca de los desafíos que debe enfrentar la música del Litoral en los tiempos que corren. Paralelamente, esta Hoja realizó una cobertura exclusiva de la jornada inaugural del sábado, que contó con una cartelera de gran variedad y muchos momentos emotivos.

Fue una sorpresa emocionante para Mario Bofill recibir la estatuilla Cachencho de Bronce, que premia la trayectoria y la labor de los distintos referentes de la música del litoral en el Festival del Chamamé de Federal.
Con vestimenta sencilla de pantalón y campera negra, subió al escenario para dejar un mini-repertorio de temas clásicos como Yo nací en Loreto, Conjunto Pena y Olvido, Requencho, y Carta a un hermano.
Como costumbre de la comisión organizadora, el Bronce es una sorpresa que en muy pocos casos se anuncia al homenajeado con anticipación. De hecho, cuando Bofill terminó con su actuación y se disponía a bajar, los conductores Mario Alarcón Muñiz y Santiago Miguel Rinaldi se apresuraron a detenerlo para entregarle la estatuilla.
“Qué lástima que no voto acá”, bromeó el artista luego de que el intendente de Federal Juan Carlos Lucchesi subiera al escenario para entregarle el premio. No obstante, se limitó a decir que guardaría ese homenaje “entre las cosas más queridas del corazón”.
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EMOCIÓN. Pero lo más emotivo de la presencia de Bofill no fue ese momento, sino que se dio durante la interpretación de su conmovedor repertorio, cuyos temas fueron alternados por comentarios sobre personajes, historias familiares comunes, vivencias e idiosincrasia popular, muchas veces con un toque de humor.
Tal y como se demostró anteayer en el escenario, una de las cosas más sorprendentes de Mario Bofill es la aceptación y el aprecio de un público federalense capaz de reír y emocionarse al mismo tiempo con el nuevo Cachencho de Bronce. Ni bien subió al escenario, la platea ya comenzaba a nombrar en voz alta los temas recordados de su repertorio.

LUCES Y SONIDO. Primero fueron tres, luego cuatro y, finalmente siete mil la cantidad de personas congregadas en el anfiteatro en la noche más esperada por los federalenses: la luna inaugural del sábado, cargada de condiciones meteorológicas positivas.
Luego de una lluvia que se extendió hasta casi las 17, el agua comenzó a escurrir en las calles, como una rendición del mal tiempo ante el perseverante público del festival. Las bailantas comenzaron aproximadamente una hora después que la lluvia mermó sin importar el estado del suelo ni de los caminos. Asimismo, el barro de los alrededores del predio Francisco Ramírez tampoco detuvo al público del festival, geográficamente variado.
Aproximadamente a las 21.15 comenzó la segunda luna festivalera, con una deslumbrante exhibición de fuegos artificiales de diferentes colores y variedades. Para este año, el sonido, a cargo de Luis Zerbonia, eligió una puesta en escena criteriosa tanto de las luces como de los sonidos: los primeros compases de El Tren Expreso, de Raúl Barboza, se sumaron a los de El Toro, de Cambá Castillo, obteniendo una amplia aprobación del público, que respondió con aplausos. El magnífico combinar de colores se mantuvo con la misma intensidad durante todo el espectáculo con un despliegue de gran profesionalismo.
A la bendición del espectáculo a cargo de Marcelino Moya, el cura payador, le siguieron las palabras de inauguración a cargo del intendente Luchessi, sobre las adversidades climáticas, el fenómeno de Federal y su significado.
El primer artista en abrir la cartelera fue el bandoneonista Tilo Trevisán, quien ya es un artista histórico, reconocido en distintos escenarios chamameceros, tanto por un variado repertorio como por una ejecución impecable del instrumento. Le siguieron Las Hermanas Vera, que guardan una trayectoria de 42 años. En su retorno a Federal entregaron al público una serie de temas románticos, junto a otros clásicos del cancionero como Camino del arenal, el infaltable Cachapecero y A Curuzú Cuatiá.
Los encargados de avivar el entusiasmo en la pista de baile Tarragó Ros fueron Oscar Burgardt, Cachito González y los nuevos reyes, Juan Chazarreta y su conjunto y Los chamameceros de Federal. Desde diferentes estilos musicales aportaron la fortaleza necesaria para hacer saltar a la gente de sus plateas.
Apostando al humor como actividad principal de su carrera artística, retornó a Federal luego de muchos años Coco Díaz, esta vez en compañía de su hijo Juan —integrante del conjunto Los Díaz pasan volando— y una serie de músicos profesionales. Pará que te via’ contar, El mimoso, Fue en un partido de truco y Les presento a mi familia fueron las mejores canciones recibidas por el público federalense.
Otros dos conjuntos que generaron gran aceptación fueron Amandayé (lo que dice la lluvia) y Alma de Montiel. El primero busca a través de la técnica vocal nuevos estilos interpretativos en una superación musical permanente. Bañado Norte fue, sin duda, uno de los temas más aplaudidos y, quizá, por eso fue repetido para este año, al igual que en la edición anterior.
Alma de Montiel, fiel al legado del cuarteto Santa Ana, combinó el repertorio de su disco, Destino de vuelo, presentado en Paraná, con temas clásicos de la escuela montielera.
Finalmente, Los de Imgauaré se presentó en Federal con dos cambios fundamentales en su nueva formación: el alejamiento del bandoneonista Bruno Mendoza y la incorporación del tenor Sergio Casco que, junto con Nicolás y Julio Cáceres conformaron un trío de voces armonioso y claramente definido. Mediante distintos juegos de voces emocionaron al público con los dos temas clásicos de la autoría de Julián Zini: Avío del alma y Compadre qué tiene el vino.

El chamamé y sus desafíos

Poco antes de subir al escenario Ernesto Montiel, Bofill conversó con EL DIARIO sobre algunas cuestiones vinculadas a la difusión y a la función de la música del litoral durante los días que corren.
—Teniendo en cuenta lo que usted dijo sobre la dificultad de escribir chamamé sobre asfalto, ¿qué desafíos enfrenta nuestra música para los tiempos que corren?
—A la gente que viene del interior se le dibujan cosas que tienen que ver con la realidad y sus vivencias. Ese chamamé chiquitito, sencillo que escucha la gente de campo se vuelve un problema al pisar el asfalto, porque su fuerte es la música. Además, la letra era sencilla porque ese poeta no tuvo maestro que le enseñara. No entiende. Entonces, el joven que está estudiando tiene una responsabilidad porque tiene muchas más posibilidades, muchos más elementos literarios para construir una poesía más elaborada. Acá no teníamos letristas, alguien que en cinco o seis estrofas cuente una historia. Ese era el problema.
—Había una división, entonces...
—Por una lado estaba la música, y por el otro la letra y estaban muy separados. Ahora se están juntando a través de grupos como Amandayé, Los de Imaguaré, el cura Zini, Rudi y Niní flores. Entonces los jóvenes tienen una chapa-patente importante, con muchas responsabilidades que atender, y que leer.
—¿Hay alguna zona en especial donde se destaque ese fenómeno?
—Pasa en todas las ciudades. Circula en las universidades. En todos lados está la idea de que tenemos que estar atentos a lo que pasa con la juventud.
—Usted ya tiene más de 400 historias escritas, la mayoría rescatan historias populares...
—Tengo una carpeta de trabajo con 150 temas más. Pero sin embargo, tengo la sensación de que no hice nada. Siempre me propuse tratar de bucear un poco más adentro en esas raíces profundas que tenemos. Algunos artistas optan por hacer otra cosa, otros le cantan al amor, y en el caso mío, rastreamos costumbres y nos convertimos en contadores de cosas. Cada uno hace lo que puede. Y creo que todo es válido.

Julián Páez
Desde Federal

fuente: eldiariodeparana.com.ar

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